No recuerdo donde escuché esa frase que, con matices, admito. En definitiva, la naturaleza siempre acaba consiguiendo, más tarde o más temprano, lo que se propone.
Sergio Minué en un magnífico post - prescripción conservadora: usar el tiempo como un test diagnóstico y terapéutico siempre que sea posible - establece los matices necesarios para que la espera se convierta en una toma de postura consciente y no en un fatalismo del destino que pueda abocar a la inacción.
En este trabajo, se narran las dificultades para el diagnóstico en A. Primaria, la banalidad de la mayoría de los síntomas, el tiempo como recurso a favor de médico y paciente...
A los médicos nos han formado de tal manera que nos cuesta reconocer ante el paciente nuestra propia ignorancia diagnóstica y a la sociedad se la machaca diariamente con mensajes sobre la "fantástica medicina que todo lo puede". Esto nos lleva a los médicos a realizar actuaciones compulsivas con tratamientos de dudosa eficacia o a pedir una panoplia de pruebas complementarias que pueden acarrear más riesgos que el simple y eficaz "esperar y ver".
Pero, además tenemos mucha dificultad para controlar nuestra ansiedad ante la incertidumbre, superándola, en muchos casos, mediante su transferencia al paciente o a la sociedad en forma de actuaciones no fundamentadas en pruebas, para evitar que se nos escape el cisne negro entre la mayoría de cisnes blancos.
Por ahora, la sociedad tolera los falsos positivos, así que "esperar y ver" es una asignatura que todavía "espera" a que pongamos las cosas en su sitio, a que las expectativas de la sociedad en la medicina sean más realistas y a que los médicos nos bajemos de la autocomplacencia ,desechemos la omnipotencia, declaremos nuestras limitaciones y sepamos navegar en la incertidumbre.
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